GASTRONOMIA PETENERA.
Cuenta el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, que al madurar las mazorcas del maíz amarillo, morado, negro y blanco, los dioses tomaron los granos quebrados y mezclados con agua de lluvia serenada hicieron las bebidas necesarias para la creación y prolongación de la vida humana.
De ahí, se desprende el origen de la vida y de los granos de maíz surge la civilización más grande que existió hace miles de años y que hoy enorgullese a todos los guatemaltecos.
Así pues, el maíz fue la base principal de la alimentación del pueblo maya, y hoy día constituye parte de la tradición en la gastronomía de un pueblo conservador y creyente de las leyendas grabadas en los libros sagrados.
La gastronomía petenera es, además, rica en color y sabor, pues está condimentada con achiote, pimienta, orégano, canela y clavo, que le da un toque característico, que a su vez la diferencia de la comida del resto del país.
Platillos como el coshán y el palmito, (similar a la corteza de un árbol), constituyen un verdadero bocado de los dioses. El primero se come guisado y el segundo puede hacerse en caldo o ensalada. También se preparan empanadas de xiquinché (oreja de árbol), éste es un hongo que se reproduce en época lluviosa y forma parte de la alimentación de la gente de Petén.
Los envueltos son otro de los platillos favoritos de la región. Así es que, las pacayas (que son más pequeñas y no tan amargas), la flor de izote, flor de canté y flor de pito, pueden saborearse condimentadas con ajo, tomate, cebollín, apazote, cilantro o chaya.
De la sustancia sagrada de la que el hombre de la leyenda fue formado, se preparan los tamalitos de elote con carne, que a diferencia de los que se prueban en otros departamentos, son salados. Los bollos de ixpelón (tamalitos con frijoles grandes), bollos de carne picada y el ixpasa (una bebida preparada de atol negro y típica para el día de los muertos), son sencillamente exquisitos.
Se acostumbra tomar pozole, una bebida elaborada a base de maíz quebrado y rapadura. De esta mezcla se forman unas pequeñas bolitas, que los chicleros llevan al monte y luego mezclan con agua.
Existe además la semilla de ramón, semejante a una nuez y que posee gran cantidad de proteínas. Ésta se muele y se prepara en atol, tortillas o pastel y forma parte de la dieta de muchos peteneros, sobre todo en los sitios más alejados.
Y para endulzar el paladar, esta norteña región ofrece un sinfín de conservas y dulces sazonados con una pizca de buenos sentimientos. El dulce de marañón, las conservas de ciricote y ayote, los nances curtidos y los nuégados de la abuelita, se agregan a un menú elaborado con la sabiduría y la paciencia que los mayas heredaron a las nuevas generaciones.